Cuando se despertó, no recordaba nada de la noche
anterior.
A ratos intenta levantar los párpados. No consigue ver
nada definido. La luz de farolas que se desliza por las persianas le ciega.
Tiene sed. Otro trago.
Un amor, dos susurros, tres engaños, cuatro rotos, cinco
decepciones, seis silencios, siete caladas, ocho botellas para olvidar toda una
vida.
Así día tras día, noche tras noche, sin apenas recordar
los últimos minutos.
Pasa la vida dejando que alguien mueva sus hilos,
cortándolos, haciendo nudos asfixiantes. Escondido tras humos de colores, gotas
que recorren cristales…