lunes, 30 de septiembre de 2013

Sobre-dos-is

Con la misma responsabilidad que llevabas de pequeño la taza del desayuno por el pasillo: "que no se me caiga, que no se me caiga..."
Igual. Llevas algo tan frágil entre las manos, con tanto cuidado de que no se te caiga, de que no sufra ningún daño de nada ni nadie, que, sin darte cuenta, él, el corazón, está robando toda tu atención; no te deja ver más allá de él mismo, ese pasillo sin fín.

Te estás quedando ciego, pequeño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario