A lo mejor deberíamos dejar de perder el tiempo en comparar y sustituir lo viejo e invertirlo en valorar y disfrutar lo nuevo.
A lo mejor hay cosas insustituibles.
A lo mejor no hay que sustituir nada, sólo ampliar el armario de momentos para recordar.
Absorber una realidad que es, en sí misma, real, y dejar el resto en ese armario, guardado y sin dejar que coja polvo, porque al fin y al cabo, las cosas únicas no se pueden desterrar en los cajones con esa facilidad.
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